miércoles, 11 de septiembre de 2013

CAPITULO I.- LA FAMILIA (LA TERCERA EDAD)

LA TERCERA EDAD

Durante muchos años, los hijos habían dependido de los padres, ahora, la relación padres-hijos se puede invertir, tal vez la pareja empiece a depender más de los hijos.

La pareja, en el caso de que todavía cuente el uno con el otro, tendrá el suficiente tiempo para descansar, viajar, recordar, ocuparse un poco de los nietos, de sus amistades, de ellos mismos, porque habrán cumplido con los retos que la vida les planteó. 

Se necesitan el uno al otro para resolver los problemas que vienen: la atención de su pareja y los cuidados durante las enfermedades. En ocasiones, el cambio de ser personas productivas a no productivas les genera angustia y desesperación; tal vez el ingreso a un grupo de la tercera edad les abra nuevos horizontes, pero también pueden apoyar a las nuevas familias que sus hijos han formado, por ejemplo con el cuidado de los nietos; de esta manera, tendrán la cercanía familiar, así como atenciones y cariño.

Aun cuando alguno de ellos ya haya partido, los momentos de reposo estarán presentes; las familias que de ellos hayan surgido tienen el compromiso moral de cuidarlos, de comprenderlos y ayudarlos.



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