Los seres humanos somos curiosos por naturaleza y los bebés conocen el mundo a través de la exploración que realizan de su ambiente. En este proceso de conocimiento se descubren sensaciones placenteras y otras desagradables.
El proceso de experimentación continúa a través del desarrollo del sujeto, impulsándole a seguir descubriendo estímulos gratificantes.
Para algunos adolescentes las emociones fuertes y las sensaciones intensas son una fuente de satisfacción muy importante; por lo tanto, los sucesos o las acciones que provocan este tipo de experiencias se incorporan a sus vidas.
En relación con el consumo de drogas, existe una cultura que las enaltecen, a través de la promoción de sus efectos placenteros (distorsión de los sentidos, alteración de estados de ánimo, aumento o disminución de la actividad, etcétera).
Los padres deben estar pendientes de las alternativas que tienen al alcance sus hijos para divertirse, promoviendo actividades que no impliquen el costo social y de salud del consumo de drogas (práctica de deportes, incorporación a algún “club” social donde no se consuman drogas, baile, entre otras).
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