A los 16 años de edad viene la culminación de los cambios físicos que provocan desajustes emocionales y psicológicos en el adolescente; en los próximos años alcanzará la madurez total que le permitirá ingresar al mundo de los adultos.
“La señora Mercedes me comentó que Andrés está en plena rebeldía, todo cuestiona, solamente quiere estar con sus amigos, se pasa las horas en el teléfono, siempre quiere asistir a las fiestas de sus cuates, casi no convive con la familia...”
La etapa de la adolescencia implica una serie de reajustes en la vida de las chicas y los chicos, tanto al interior de ellos mismos, como en las relaciones sociales con los demás.
Una de las principales demandas hacia los adultos es la independencia, la libertad de realizar actividades que son importantes para ellos.Los adolescentes se sienten con la certeza de estar haciendo las cosas de la mejor forma posible; todo lo que está relacionado con sus propios intereses adquiere valor. Aquí empiezan los desacuerdos con los adultos, porque desean seguir dando instrucciones de cómo y qué deben hacer.
Sin embargo, en la medida que los padres de familia se muestren tolerantes con las necesidades de los hijos en esta fase de su desarrollo, se llegará a establecer convenios benéficos para ambas partes.
No sólo han crecido en lo emocional, sino también intelectualmente; conforme van habilitándose en nuevas formas de afrontar el vivir cotidiano, va disminuyendo en forma progresiva esa hostilidad y angustia con la que se conducen al entrar a los 16 años de edad.
Aunque por su ausencia en casa y la inasistencia a las reuniones familiares, pareciera que no les importa la familia, lo que sucede es que con el grupo de amigos de la misma edad se sienten comprendidos y escuchados, ya que todos están atravesando por cambios similares y por lo tanto, existe más comprensión y búsqueda conjunta para satisfacer deseos y necesidades.
Los padres de familia deben comprender la importancia del grupo de amigos de la misma edad en esta etapa de desarrollo. Ahora bien, cuando se requiere de la presencia de los hijos en casa por alguna situación de emergencia, ellos estarán presentes porque, desde su muy particular punto de vista, le dan la importancia necesaria a la familia.
Cuando se sienten totalmente desorientados o incapacitados para tomar una decisión, suelen recurrir al padre o a la madre según sea el caso; es el momento de aprovechar la puerta abierta para ingresar a su mundo. Es recomendable mostrarse comprensivos, evitando reclamos e insultos, porque es lo que menos desean escuchar.
La comunicación libre de reproches y ofensas es una forma de acompañarlos en el recorrido de esta etapa de su vida, la adolescencia.
Una de las situaciones que verdaderamente los enfada es que el padre o la madre los evidencie delante de sus cuates: ¡qué oso, su mamá lo regañó enfrente de todos los chavos! También, cuando se dan cuenta de que buscaron en sus pertenencias: en la ropa alguna carta, en la mochila algún cigarrillo, etcétera; es una de las cosas que no pueden perdonar con facilidad, porque están invadiendo su
privacidad y además creen que no les tienen confianza.
Para algunos padres resulta muy difícil darse cuenta y aceptar que los hijos están creciendo; ya no son aquellos pequeños que podían llevar al jardín y jugar con ellos, ahora tienen otros intereses y demandas totalmente diferentes a los años anteriores de vida.
Así como los chicos y las chicas requieren de reajustes en su vida para superar la adolescencia, los padres deben hacer lo mismo para comprenderlos y, juntos, desvanecer los obstáculos que pueden aparecer en esta etapa.
Los padres de familia deben comprender la importancia del grupo de amigos de la misma edad en esta etapa de desarrollo. Ahora bien, cuando se requiere de la presencia de los hijos en casa por alguna situación de emergencia, ellos estarán presentes porque, desde su muy particular punto de vista, le dan la importancia necesaria a la familia.
Cuando se sienten totalmente desorientados o incapacitados para tomar una decisión, suelen recurrir al padre o a la madre según sea el caso; es el momento de aprovechar la puerta abierta para ingresar a su mundo. Es recomendable mostrarse comprensivos, evitando reclamos e insultos, porque es lo que menos desean escuchar.
La comunicación libre de reproches y ofensas es una forma de acompañarlos en el recorrido de esta etapa de su vida, la adolescencia.
Una de las situaciones que verdaderamente los enfada es que el padre o la madre los evidencie delante de sus cuates: ¡qué oso, su mamá lo regañó enfrente de todos los chavos! También, cuando se dan cuenta de que buscaron en sus pertenencias: en la ropa alguna carta, en la mochila algún cigarrillo, etcétera; es una de las cosas que no pueden perdonar con facilidad, porque están invadiendo su
privacidad y además creen que no les tienen confianza.
Para algunos padres resulta muy difícil darse cuenta y aceptar que los hijos están creciendo; ya no son aquellos pequeños que podían llevar al jardín y jugar con ellos, ahora tienen otros intereses y demandas totalmente diferentes a los años anteriores de vida.
Así como los chicos y las chicas requieren de reajustes en su vida para superar la adolescencia, los padres deben hacer lo mismo para comprenderlos y, juntos, desvanecer los obstáculos que pueden aparecer en esta etapa.
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