La habilidad que más confianza les da es, sin duda alguna, el lenguaje. Con cinco o seis años es tal su dominio de los tiempos verbales y es tan amplio su vocabulario (cercano a las 2,000 palabras) que pueden perfectamente contar un relato o un hecho real. Lo harán, sin embargo, sin perder ningún detalle, ya que es demasiado pronto para que sepan ponerse en el lugar de quien escucha y tienden a presuponer cosas que el oyente ignora “le picó una araña a mi mamá y tiene mucha comezón, pero le puse crema;
¿quién es tu mamá?... pues, ella”.
Aunque ya distinguen mejor la vida real de la fantasía, es posible que alguna vez sus relatos se vean alterados (o enriquecidos) con algún hecho fantástico. Durante unos años más, al menos hasta los siete, la fantasía irá estableciendo los cimientos de su capacidad de crear, imaginar, pensar y proyectar.
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