jueves, 12 de septiembre de 2013

CAPÍTULO II DESARROLLO HUMANO

El primer año de vida: el momento de crecer.

Durante el primer año de vida el pequeño manifiesta sus necesidades principalmente a través del llanto; día a día crece aceleradamente, poco a poco sus movimientos adquieren perfección, los padres aplauden sus logros y están felices por los cambios físicos que observan en el bebé y lo comentan en la casa, el mercado, el trabajo; en fin, en todos aquellos lugares en donde se encuentren conocidos con los que puedan compartir esta dicha.

Es muy importante que los padres de familia le hagan sentir al pequeño que lo quieren, ya que el niño en este primer año de vida se encuentra totalmente indefenso y necesita sentirse amado para poder crecer y desarrollarse sanamente.

Las caricias que brindan los padres diariamente, además de las palabras: ¡qué lindo mi bebé! ¡cómo has crecido! ¿quién te quiere tanto chiquito? proporcionan al niño recursos para enfrentarse al mundo, totalmente desconocido para él. Por ello necesita la guía y apoyo de los padres, quienes deben mostrarse incondicionales ante las necesidades del chiquitín; es decir, si el pequeño está inquieto: revisar si es su hora del biberón o alimento, que el pañal esté seco, tocar su frente o estomaguito para confirmar su temperatura, procurar vestirlo con ropa de algodón para que no lastime o provoque irritación en la piel delicada del niño.

La observación constante y permanente de papá y mamá ante el crecimiento y desarrollo del hijo, además de caricias y palabras de amor, son el apoyo que él requiere para poder superar las etapas de vida y ser un ser feliz; hay momentos que jamás se borrarán de la memoria de los padres.



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