Cuando las mujeres embarazadas consumen alcohol, éste entra en la corriente sanguínea, pasa a través de la placenta y entra en el feto (el niño no nato).
El alcohol puede dañar a un feto en cualquier etapa del embarazo, pero este daño es aún más serio durante los primeros meses. Existe un riesgo de que se desarrollen defectos de nacimiento relacionados con el consumo de alcohol entre los cuales se incluyen problemas de crecimiento, anormalidades faciales, y daño cerebral y del sistema nervioso.
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