Debido a que se produce una tolerancia, la marihuana
lleva a sus consumidores a tomar drogas más fuertes para lograr el mismo viaje.
Cuando los efectos empiezan a desaparecer, la persona puede cambiar a drogas
más potentes para liberarse de condiciones indeseadas que le impulsaron a tomar
marihuana en primer lugar. La marihuana por sí misma no conduce a la persona a
otras drogas; la persona toma drogas para eliminar situaciones o sentimientos
indeseados. La droga (marihuana) enmascara el problema durante un tiempo
(cuando el consumidor está en el “viaje”). Cuando el “viaje” se desvanece, el
problema, la condición o situación indeseable vuelve más intensamente que
antes. El usuario puede luego optar por drogas más fuertes ya que la marihuana
ya no “funciona”.
La gran mayoría de los adictos a la cocaína (99.9 por
ciento) empezaron consumiendo primero “drogas de entrada”, como la marihuana,
el cigarrillo o el alcohol. Por supuesto, no todos los que fuman marihuana y
hachís pasan al consumo de drogas más fuertes. Algunos nunca lo hacen. Otros
dejan de fumar marihuana por completo. Pero algunos recurren a drogas más
fuertes. Un estudio encontró que los jóvenes (entre 12 y 17 años) que fuman
marihuana, son 85 veces más propensos a consumir cocaína que los chicos que no
fuman marihuana, y que el 60 por ciento de los chicos que fuman marihuana antes
de los 15 años, pasan a consumir cocaína.
A veces combinan la marihuana con drogas más fuertes. Los
cigarros de marihuana algunas veces se sumergen en PCP, un poderoso alucinógeno.
PCP es un polvo blanco que existe en forma líquida, y se usa a menudo con
cannabis. El PCP es conocido por causar comportamiento violento y generar
reacciones físicas graves, como convulsiones, estado de coma e incluso la
muerte.
“Me dieron mi primer porro en el patio de mi escuela.
Ahora soy un adicto a la heroína, y acabo de finalizar mi octavo tratamiento de
rehabilitación”.
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